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A María

Conocí a mi amiga María hace unos 14 años. Y creo que va siendo hora de que le haga mi particular homenaje. Ella huye de las fotos, de cualquier repercusión, de lo que no sea cara a cara porque ella siempre la da. Estábamos puerta con puerta en el colegio mayor el primer año que ella vino de novata. Se lo hice pagar con mis tacones a deshoras cuando ella decía ‘Dios, ya está aquí’ ¡…seguro!

Yo era de pisada fuerte y de carácter también. Pero ella me conoce bien y aunque a veces pegue palmada en la mesa ella es la única que no se inmuta. Me mira y con la mirada sé su respuesta. Calma, fiera. La sigo desvelando a deshoras porque siempre que la llamo ahí está no sólo para mí, para todos. Porque ella es así. Así de buena gente.

No la veo todas las semanas como antes porque Madrid nos ha ganado el pulso de las prisas, los horarios, los compromisos pero si la necesito viene corriendo. Se cruza Madrid por pura intuición y me ha visto en los mejores y en los momentos más dolorosos. Porque siempre ha estado incluso cuando creía que no estaba ni yo.

Tenemos la costumbre de nuestras tapas en el bar más cutre del barrio de Salamanca y no pasan más de 15 días sin que eso se cumpla. ¿Todo bien? ¿comemos? Es su grito de guerra cuando pasa más de la cuenta.

Cuando le digo que estoy feliz se alegra de corazón y cuando le digo que estoy triste porque algo no me ha salido saca su risa sarcástica de ‘… algo te tendrá que salir peor, no puede ir siempre todo bien’ De hecho es a la única que se lo permito porque sé que me echa la bronca a su manera. ‘Si no sale es porque…’ y cuando pienso que no sabe de qué va, que sólo sé yo la importancia de que algo salga mal, me da la lección de mi vida. No le puedo rebatir.

Nos hemos rebotado mil veces y las mil lo hemos hablado. No estamos de acuerdo en todo ni queremos estarlo. Le he soltado más de un ‘qué me estás contando’ para acabar contádnoslo todo. O casi todo.

¡Por qué no me lo has dicho! No te quería preocupar. Hasta eso mira, ponerse en el lugar de la otra persona. Siempre me dice que de buena soy tonta. Que de buena ereeeees tontaaaa. Me lo ha gritado más de una vez y le sigo sin hacer caso. Pero ahí está porque la amistad son muchas cosas, buenas y malas, momentos mejores y peores, nunca encontrarás a la amiga perfecta aunque ella está cerca de serlo.

Escribo esto porque me he dado cuenta de que todo el mundo tendría que tener una amiga así en la vida, una amiga como María. Ojalá todos tengáis esa hermana a la que llamar cuando quieres reír o cuando quieres llorar, que a veces también es muy importante. Porque contarse las alegrías está muy bien pero de las penas no todo el mundo te está dispuesto a sacar.

(Obvio ella no quiere salir, le había puesto una estrellita en la cara muy mona pero prefiere que ponga una foto mía así que tiro de remember)

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