Se enciende el día en la frontera franco española, en ese mismo lugar, diez kilómetros más al sur, el pantano de Lanuza, en el pirineo oscense, está preparado para acoger a una artista mundialmente valorada y admirada. Sara Baras llega hasta el Festival Pirineos Sur, donde imponentes montañas envolverán su nuevo espectáculo ‘Vuela’, con el que celebra los 25 años de su compañía y con el que rinde homenaje al guitarrista Paco de Lucía.
La primera en actuar será Carmen Linares, máximo exponente del flamenco y considerada leyenda viva que atesora un Premio Princesa de Asturias o un Grammy Honorífico concedido hace tan solo un año. Antes de que esto suceda, Sara llega al recinto, un anfiteatro anclado en la montaña con un escenario flotante unido a tierra a través de dos pasarelas laterales. Saluda con un abrazo al guardia que custodia la pasarela y también se gira al público para expresar su afecto después de que alguien la reconociera, todavía de paisano. Se ha metido a la gente en el bolsillo, solo con una sonrisa, que dejaba entrever su brillo.
El reloj marca la medianoche, hace un frío poco gaditano y una luna llena que ameniza la ilusión. Sale Sara Baras al escenario y la montaña tiembla de emoción con los cuatro actos en los que está dividido ‘Vuela’; Madera, que recuerda la fuerza de unas raíces, la calidez del ser. Mar, que nos invita a navegar en la pasión, también Muerte, que explora las emociones humanas desde lo más profundo y por último Volar, que celebra la alegría de la música, la evolución, la de todos, porque su equipo bien merece la emoción.
En un primer momento sale sola, acompañada de un guitarrista, la gente enmudece y el eco de sus tacones bien le vale a Francia una buena dosis de recelo. Algunos creen que está tocando el cielo y otros estamos en él. El pico de la Foratata que cierra en el aire el escenario, agarra su último hielo, no vaya a ser que caigan lágrimas y nos pille de lleno el deshielo. Tierra de animales en libertad, los periódicos advierten que andan sueltos dos osos, me juego el cuello que hasta ellos, cerraron los ojos. Revuelve en su tumba a Newton porque ha echado un pulso a la velocidad. Sara se refleja en el agua del pantano y ni el reflejo es capaz de seguirla ni en una sola seguiriya. En su universo particular, Dios la impulsa en su trance, es imposible que la deje de la mano, eso no se consigue en vano.
Eleva el arte a la máxima potencia y encierra un sentimiento efímero que solo nace del recuerdo. Su equipo, su maravilloso equipo, Daniel, Chula, Claro, Cristina, Noelia, Marta, Carmen, Keko, Andrés, May, El Mati, Manuel, Rafael, Alexis, Ivo… No es un elenco, es el Olimpo del flamenco.
Hace unos meses una compañera de la Agencia Efe y yo le hicimos una entrevista, en la alfombra de la cena de nominados de los Premios Talía en la Plaza Colón de Madrid. Cuando terminamos de entrevistarla, nos miramos. “Me ha dejado una cosa aquí”, dijimos casi al unísono, señalándonos el corazón. Una vez más vuelvo a confirmar, que Sara tiene el don de tocarlo, ya sea a pie de calle o bailando.
Images: Living Backstage.