Aquí estoy sentada en la silla pensando en lo que os puedo contar que no sean los encantos de Jon Kortajarena. Que por otra parte me dan vueltas como un bombo de la lotería porque cualidades físicas como todos sabréis, tiene.
Esta semana tuvimos la fiesta de Magnum y todavía estoy intentado volver a la tierra. Sé que comentar esto igual no procede por eso me voy a guardar mi borrachera de comentarios dulces hacia Jon. Aunque compañeros me han comentado que mucha dosis de azúcar no desprendió.
Yo pasé a la fiesta directamente y me perdí su verborrea. Una no puede estar a todo y en una noche como esa mirar era lo importante. Hay que saber cuando las palabras sobran abriéndose paso a la belleza. Perdón esta última intensidad. El otro día estuve en la librería general fichando algún libro de poesía y creo que pasé demasiado tiempo decidiendo qué comprar.
Cada vez que voy a una ciudad pregunto por la librería más importante y me planto a rebuscar algún libro que me haga pensar en algo más allá del trabajo y de los problemas de mis amigas con las flores en el día de su boda.
¿Sabes que hay que ir girando el ramo cada vez que añades una flor o que el tallo se tiene que cortar en perpendicular? Yo no sé si es que ellas se hacen los ramos pero me tienen frita con el asunto decorativo. Me dan ganas de casarme por el rito zulú.
Qué intensidad las bodas. Yo que era todo romanticismo me están dando ganas de coger a mi novio y decirle que quiero el menú infantil para la boda. Ese es otro tema… Y el anillo pa’ cuando. La última vez que lo pregunté me contestó que cuando aprendiese algo de cocina por el tema de sobrevivir.
Él cocinaba divinamente y digo cocinaba porque comprenderéis que lo de la cocina nunca se me dio bien. Ese día fue el primero que me puso cara el charcutero. Le hice el agosto en pleno enero y cociné el mejor potaje de internet. Me costó limpiar la cocina tres días y aún así no hubo manera.
Cada uno tiene que saber sus puntos débiles y es que a mí la cocina me da pereza, ya he dicho muchas veces que no soy de las que se relaja cocinando. Al revés, me estresa pensar que todo ese desaguisado luego hay que limpiarlo. Utiliza y recoge, es una de las frases que más decía Arguiñano por allá por los 90 cuando a la hora de comer y con el tiempo justo para volver al colegio, salía en la pantalla de nuestro televisor de la cocina.
En esa casa sólo se le hacía caso a Aguiñano en esa franja del día y con lo único que podías romper el silencio era para reírte de los chistes que espetaba entre guiso y guiso. El mundial de mi cocina, el hombre que más a cocinado en casa en versión 2.0.
Y una voz en off que le decía ¡Arguiñano! ¡Que te has dejado de recoger el soplete! Igual el truco está en cocinar en pareja. O pedir una pizza… que para eso están los viernes.
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