No soy capaz de recordar dónde leí que nos centramos demasiado en el día que esperamos con ansia, sin ser conscientes de los detalles del camino. No voy a meter una parrafada filosófica de lunes, escribirlo en domingo hace que sea consciente de la indigestión literaria.
Voy a efectos más prácticos como las cosas del día a día. Alguna vez os he hablado sobre el ‘exagerado’ valor de algunas cosas. Me gusta la belleza y afortunadamente mi cabeza ve mucho de eso en varios rincones puesto que educar a la mente en la positividad tiene sus partes buenas.
Muchas veces me he ¿quejado? de la parte tan superficial que nos muestran las redes pero a todos, seamos conscientes de ello, nos gusta ver las cosas de una forma visualmente bonita.
Pero dejando las redes a un lado y llevándolo al terreno más personal, cuando vienen invitados a casa me gusta que todo esté bien, de eso dan fe todos ellos, amo y me apasionan los detalles. Ir a comprarlos, pensar cómo puedo sorprender… lo que diríamos lo que pasa por el camino mientras llega lo esperado.
El otro día fui a comprar unas cucharas en dorado que en la parte del mango llevan una piña, una palmera… el menaje cambia pero la función es la misma. Me parecía un utensilio bonito, caprichos de esos que te regalas como a quien le gusta comprar series, velas o vaya usted a saber la manía de cada uno.
El caso es que a mí las cosas para la casa me gustan mucho, véase la cantidad de manteles individuales que compro directamente proporcional a las acciones en bolsa de Amancio Ortega. Total. Traicioné a Inditex y me fui a una tienda espectacular de la que me habían hablado maravillas.
Caftanes para el verano de morirse, cuencos exóticos, manteles de colores, cojines de Ikat… la tendencia deco más de moda y las famosas cucharas que buscan todas las amantes de la decoración.
El menaje más chic no al mejor precio. Llegué y me sorprendió como podían acumular tanto en tan pocos metros cuadrados pero pensando en que está en el mejor barrio de Madrid supuse que había que aprovechar cada rincón como si Ikea te hubiese montado la tienda.
Ahora entiendo muchas cosas del gigante sueco. Pero dejando esos detalles aparte de que cada uno se instala como le parece, pasaré a centrarme en el precio de los productos. Un plato, 25 euros. Perdonad que os diga pero necesito un guardaespaldas para ese plato, un seguro del hogar para él solo o la necesidad de una caja fuerte como almacenaje para el menaje. Estoy tan nerviosa que no soy capaz ni de rimar.
‘Señorita, ¿esto es por un plato?’ Me miró con cara de ‘porque te extraña’ y yo no encontraba ningún sitio donde agarrarme a no ser de que extendiese los brazos y me agarrase a las paredes. Bueno, la cuchara es más pequeña… y ahí fui a probar… ’30 euros el paquetito de dos’. Wow! Súper oferta.
Mi cabeza se encontraba entre que me había tragado un atasco de tres cuartos de hora por dos cucharas y gastarme el dineral por un capricho. Entonces fui un poco más consciente del mundo en el que vivimos… Hay algunas marcas, firmas, tiendas en este caso que nos toman el pelo con el consumismo, la belleza, lo chic, lo último y lo instagrameable.
Se nos va un poco la cabeza a la hora de no ser prácticos y nos meten en la cabeza tonterías que acabamos comprando por tener lo último de lo último cuando no nos damos cuenta que entramos en una rueda consumista que nos toma el pelo.
La superficialidad es un hecho en el día a día y el sentido común se tiene que imponer. Vale que te guste la belleza de las cosas, pero no a cualquier precio, entonces se llama tomadura de pelo.
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