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Puesta a punto

Escribir una columna a las cuatro de la madrugada tiene mucho peligro. Es como escribirle un WhatsApp a tu ex un sábado por la noche diciéndole que todavía lo quieres.

Hay veces que la tecnología se nos vuelve en contra. Ya he hablado muchas veces sobre estos artilugios que me ponen tirando a histérica. Sin ir más lejos ayer por la tarde noche. Cuando tengo eventos, ruedas de prensa… y me llaman sin cesar, tiraría el móvil a la papelera más cercana. No soy capaz de relajarme cuando pita todo a la vez. Mi cabeza es una olla exprés a punto de hacer un puchero para 20.

Por suerte es viernes y el fin de semana ya está aquí, ese en el que poquísimas veces miro el móvil si es cuestión de trabajo y le doy prioridad a los amigos. Me estoy dando cuenta de la importancia de parar pero voy poco a poco.

Hace días que os quería contar que los viernes después de comer acudo a Carmen Navarro a hacerme el láser de diodo. No es que explique por aquí esos aspectos de mi vida personal pero muchas me estáis preguntando a través de Instagram qué tal me está yendo y me gustaría hablarlo y por lo tanto hacer una columna más personal.

Estamos a viernes y si en algunas empresas el último día laborable se puede ir sin corbata y con vaqueros, yo me voy a cambiar de traje también a mi manera.

Elegí ese centro porque me lo recomendó una amiga, hacía años que iba y cuando hablamos de centros de belleza ella no lo dudó, vete a Carmen que además es amiga y es muy buena. Cuando fui a pedir información me la encontré casualmente y también estaba Carmen.

Una señora, probablemente muchos la conocéis por las revistas, bastante elegante. Me la presentó y me llamó la atención la calidad humana y por supuesto que estuviera al pie del cañón cuando tiene edad de estar retirada.

Pero ya sabemos que a los que nos mueve la pasión por el trabajo eso es difícil. Fue amable, cercana, cariñosa y le interesó mucho lo que me fuese a hacer en su centro. De verdad que la quise abrazar y os digo que ya solo por eso, porque en Madrid es tan difícil que te hagan sentir como en casa ya quise elegir ese centro para hacerme el tratamiento.

En realidad para acabarlo porque ya me lo habían hecho antes pero nunca lo terminé. Luego conocí a la doctora que lo realiza y me pareció súper profesional. Me resolvió dudas importantes que tenía y me quitó todos los miedos.

Cuando me lo hice la primera vez en otra ciudad, concretamente en la mía, me abrasaron literalmente las piernas, pensé que nunca se me iba a unificar el tono de la piel porque llevaba marcas de quemaduras. Afortunadamente se fueron y mi piel volvió a ser la de siempre. Así que con esta elección estoy bastante contenta.

En la primera sesión noté una disminución del bello considerable. No me pongo crema anestésica y se soporta bien. Al principio me costó pensar que no me haría falta pero la verdad es que no. Eso sí, el día que estoy más sensible o estresada mi piel lo nota y siento un poco más de dolor.

Nada que no se pueda aguantar. Lo he querido contar por lo que os he dicho, que me lo preguntabais algunas y porque me parece una experiencia positiva que contar y si a alguna le va bien y le ayuda que lo sepáis. Estoy encantada.

Eso sí, de tomar el sol antes y después nada de nada pasado un tiempo prudencial. Tengo amigas que se lo están haciendo y por más que les diga que no hagan barbaridades, ni caso. Como una vez leí con las cremas que ensuciaban las sábanas y la gente no se las ponía… piel tienes una y en Zara sábanas tienes miles.

Así que cuidarla sobre todo. Yo las cremas por la noche por el día los potingues no lo aguanto. Me voy a mi sesión de láser, muchas ganas de enfundarme este bañador de nuevo ¡Feliz fin de semana!

JARA

Images: Jara. Living Backstage

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