¡Que viene! ¡Viene! Ya está aquí Rosalía, chicos. ¡Rosalía! Llámenme ignorante pero por el mes de julio yo todavía no tenía localizada como debería a Rosalía, la mujer de la que todo el mundo empezaba a hablar.
Apareció en el Teatro Real como invitada al concierto de Niña Pastori y los periodistas pudimos hacerle unas preguntas antes de su actuación con la de Cádiz. Cuando se dirigió a mí, intuía que con su energía algo empezaba a despegar, de una manera desorbitada, sin techo y sin previo molde.
Se acercó tranquila, pausada, sutil y dispuesta a contestar y sobre todo a aprender. Sí, puede ser que sea otra de sus innumerables virtudes. Quien la haya tenido cerca sabe que Rosalía quiere aprender a cada paso y su manera de observar es la manera que tiene de vivir su desbordante presente.
Si dijera que es sencilla probablemente me ganaría una legión de exclamaciones. Sus coreografías, videoclips e incluso su vestuario, normalmente firmado por suelo patrio, no dicen más que lo contrarío. Por defender eso mismo, lo nuestro, también se ha ganado más de una frase políticamente incorrecta, fácil y apresurada.
Pero también es muy español eso de joder a quien le va bien, no me saquen las exclamaciones que les veo venir. ‘Eso ya lo han hecho antes, eso no lo ha inventado ella’. No, perdonen, pero creo que lo que ya se considera ‘fenómeno Rosalía’, no pretendía suscitar polémica con la primera persona del singular sino que ella ya es singular sin ningún verbo que le preceda que no sea el del sentimiento.
En agosto me salió en el reproductor la canción de ‘Catalina’ y cuando la escuché empecé a indagar sobre Rosalía. Estaba claro que no era algo más, algo por lo que apostase la industria. Era diferente, pero a la vez arriesgada, única y bucólica. Pero sí, ella va de la mano de Sony Music y parece que el salto lleva voltereta lateral con parada en Times Square.
Ha roto todo los cánones de lo estipulado, ha salido en los medios de medio mundo e incluso las Kardashian han dado con ella para recomendarla en sus redes. Una atmósfera de la que Rosalía cree, según sus declaraciones en el programa ‘El Hormiguero’, que son consecuencia natural de lo que hace.
¿Ven? Tampoco es tan extravagante. Vive a ras de suelo, solo emergiendo el vuelo cada vez que se sube a un escenario donde sus seguidores rozan el cielo. A Rosalía hay que escucharla, no tiene mucho más secreto, eso sí, se tienen que dejar llevar, no traten de entender. He hablado en estos últimos días con personas de todas las edades sobre este nuevo talento emergente y no hay nadie que no conozca a Rosalía.
‘Es diferente, no es mi estilo pero tiene algo que hace que me guste mucho’. Es la frase más repetida. La multitud está colapsada por un golpe de aire fresco que lo mismo canta con un trailer al lado que hace un clip emulando a la Maja vestida de Goya.
Es atrevida, sus coreografías puede que triunfen más al otro lado de nuestras fronteras, no estamos acostumbrados a tanto despliegue pero ese también es su encanto. Que no sólo canta sino que se acompasa y todo se sobrepasa.
Rosalía acaba de sacar al mercado su segundo álbum ‘El mal querer’. Quiéranla bien porque su sutileza y sus ganas no son aptas para la monotonía del pasivo. Ella ha revolucionado el presente de una forma inimaginable todo gracias a su mente. Capaz de visualizar que cantar siempre ha pertenecido a los que sienten.
Images: Sony Music (Portada slider YSL)