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Diario de una periodista en MBFWM (Parte 1)

Suena el despertador, son las 07:00h de la mañana y empieza la Fashion Week, la ‘oficial’, porque a estas alturas ya he visto unos cuantos desfiles y al llegar a destino una periodista se me rebota al decirle ‘vamos a por el primero’. Razón llevaba y hastío también. 

Es la única edición que no tengo los looks preparados, ha llegado un momento de estrés que planificación y producción propia, lo justo. Quien lleve unos cuantos años cubriendo las fashion weeks sabrá que se empieza en tacones y se acaba de plano. Según veo entrar a la gente sé los años que llevan en esto. Me monto en el taxi para llegar a la Galería de Cibeles, que es el sitio en el que han comenzado los desfiles este año en lugar de realizarlos todos en IFEMA. 

Da igual que hubiese cogido el bus turístico, me pasea como si fuese un trofeo por todo Madrid mientras mi compañera Cristina me recuerda la puerta de entrada a la par que me mete prisas. Entre la ruta extra y mandar mensajes, salgo del taxi suplicando una Biodramina y bailando un baile semi regional. 

Cristina es una de mis compañeras de batalla edición tras edición y las dos formamos un equipo absolutamente dinamita, no citaré al medio que pertenecen por mantenerles a todas ellas en el anonimato pero son una parte importante en este diario. El primer desfile es de la diseñadora internacional invitada Silvia Tcherassi, para ella van a desfilar dos modelos por excelencia de los 90’, Nieves Álvarez y Karolina Kurkova. Paso a backstage y llevo tal mareo que le acabo pisando el bolso a Karolina Kurkova. Sí, lo deja en el suelo, tremendo TOC para los más férreos a los dichos populares. El mío lo he abandonado en mi asiento, porque en los carteles que reza ‘prensa’ es el juego de las sillas, literalmente he encestado desde lejos por pánico a perder el juego. Vosotras sabéis la tensión que da abandonar un bolso pero no hemos venido a perdernos nada, o quizá el bolso sí. 

Los desfiles discurren con normalidad y como chascarrillo, los amigos de Nieves la llaman ‘top’, Cristina está empeñada en que lo escriba porque lo ve curioso, pero digo yo que lo curioso sería que la llamasen fea. Cada vez que desfila la gente aplaude como si viese a Dios, es la única que yo he visto desfilar y la gente se vuelve loca, pero no me extraña, ella juega en otra división, es la modelo española  por excelencia. Nosotras decimos que es la persona que siempre lo hace todo bien. Es educadísima, siempre tiene una respuesta a tu pregunta, como modelo es LA modelo, su equipo de trabajo habla maravillas y yo la he visto reventada a trabajar y ella sigue diciendo qué necesitas, admirable porque hoy en día esto cotiza al alza. 

El día dos de MBFWM volamos al nido, IFEMA vuelve a ser nuestra casa durante unos días. No puedo estar más contenta de abandonar mi coche en el parking y trabajar en una mesa. Los desfiles en la ciudad están muy bien si se va de invitado pero de prensa, según mi opinión, IFEMA es lo más cómodo del mundo. Tenemos entrevista con Ágatha Ruiz de la Prada un poco antes de su desfile, que es el primero de la mañana. El de comunicación nos mete prisa y a Cristina se le ocurre decirle que no lleva pintados los labios del color de siempre, de rojo, que se los pinten ahora mismo y Ágatha como la adora pues lo que ella mande, faltaría más. Le pregunto si está bien de lo suyo porque estamos parando para pintarle los labios pero se los pintan y van tan deprisa que viene como si acabase de besar a medio Madrid. No me atrevo a decir nada por si nos quitan la entrevista porque literalmente estamos a minutos de empezar desfile. 

Me llama Almudena para preguntarme dónde estamos, a ver cómo le explico que vamos con retraso por un pintalabios. Me dice que entra primera y me coge sitio porque realmente el desfile de Ágatha siempre es como el camarote de los Hermanos Marx, yo me he llegado a sentar en el suelo en primera fila porque había más gente que en un ambulatorio. Son las 11:38 y en la sala de prensa empiezan a sacar dulces para desayunar. Les digo a las chicas que ya he desayunado en casa pero vienen con un plato lleno de donnuts, empieza el desfile del azúcar. Casi se me hinca cuando Cristina pega un golpe en la mesa y Almudena se la queda mirando como si hubiese visto al mismísimo diablo. El Wifi no va. Entramos en colapso y la organización llama al informático. Nos hace unas comprobaciones en el móvil y va estupendamente pero el de Cristina no, vienen los informáticos de todas las empresas de Madrid y a Cristina le sigue sin ir, pienso que esto en lugar de diario va a ser diario de sucesos porque está verdaderamente nerviosa. Vamos a pedir unas revistas al Cibelespacio para que se le pase el disgusto y nos piden que nos registremos con un email. La saco de allí rápidamente antes de que vuelva a colapsar con la informática.

Almudena y yo pasamos al vestuario de Claro Couture, me encanta saludarle a él y a su mujer. Adoran como saco su desfile siempre pero más les adoro yo a ellos, tienen una visión de la moda parecida a la mía y me gusta que me cuente todo de la colección. Aparece su hija Bea descalza y creedme que la entiendo. Bajamos al comedor después de horas viendo colecciones, nunca sabremos si subimos o bajamos, es la eterna pregunta cuando entramos al ascensor, lo único que sabemos es que es como la estación de Zaragoza, en ese comedor guardan el frío polar y que, Cristina, se mancha siempre. El año pasado se echo el café por encima y la pobre iba como una vaca, hubo alguno que se pensó que era la moda y hasta la trataron de moderna, hay una generación a la que estas cosas les genera fascinación. Subimos a la sala de prensa y viene Débora preguntando si alguna le acompañamos a la fiesta de Custo. Le preguntamos la hora y nos dice que a las 12 de la noche. Aún se escuchan los grillos. Cubrir una Fashion Week te deja poco margen entre el ordenador y el pijama. El tercer día… el tercer día lo recordaremos siempre (continuará…)

Foto: Living Backstage.

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