in , ,

Crónica; Vanesa Martín o cómo su nueva gira se torna indispensable

Muchos viernes, miles de personas, subían la calle Goya de Madrid para llegar al Wizink Center a disfrutar uno de esos conciertos que realizan los artistas consagrados.

Desde el bar de la plaza hasta el del puesto de dulces, todos en modo verbena, sin sospechar momentos agridulces.

Hasta que llegó un día que nadie lo hizo, nadie subió la empinada y céntrica arteria, se perdió la rutina, se detuvo la vida y todos sin excepción, nos sabemos el resto. Los meses de dificultad, de incertidumbre, de miedo… envueltos en una pandemia mundial donde el refugio era la letra de aquella canción, que te salvara de este mundo, que parecía de ciencia ficción.

Durante esos meses a Vanesa Martín le vino la inspiración más pura, más desgarradora… y acabó grabando un disco, ‘Siete Veces sí’, que sintió para el directo. Nunca lo imaginó de otra manera que no fuese para cantárselo a la gente. A la valiente, a los que vencieron el miedo y sintieron bocanadas de vida pasada con esperanza de futuro.

Había fieles, también forasteros por anhelos, algunos asiduos intermitentes, qué raro fue ver a tanta gente.

La malagueña llegó al Wizink Center este fin de semana pasado, dos noches consecutivas, bajo el lema ‘Cultura Segura’ y unas medidas de seguridad que hacían jaque mate a cualquier doctorado en opinología.

Matrícula de honor no solo a los hechos sino también a esa mente que se siente en caída libre después de un barbecho de la normalidad.

Vanesa abrió a capela su concierto, preludio de magia y contención de respiración ante un público que tenía la prudencia en la intención. Pocos minutos más tarde, en su primer ‘buenas noches Madrid’ pasó de artista a persona, ella nunca pierde lo segundo por eso el público la adora, y allanó el terreno, motivo el impulso, activo la expectación. ‘Seguro que muchos de los que estáis aquí habéis perdido a alguien por esta terrible pandemia, va por todos ellos’.

Fue la psicóloga de miles, el respaldo, la malla que sostiene, fue el lugar al que volver, la terapia certera, tanto que algunos rompieron, menuda llorera.

Y cuando todos supimos que hablábamos el mismo idioma vino la empatía y la esperanza, la música.

Una fiesta de alegría, una sucesión de canciones, una batalla campal de emociones capitaneada por ella misma, su equipo y nuevas incorporaciones.

No se dejó nada, del disco actual, alguna del pasado, fue melódica pero también rockera. Un comienzo de gira con artistas invitados de la talla de Lola Índigo, una sorprendente Marina Carmona, de casta le viene al galgo o su compañero Dani Fernández.

Vanesa hila palabras como nadie, se expresa como pocos y en su voz lleva implícita las maneras de vivir.

Sentada en el antiguo Palacio de los Deportes, cerré los ojos y apuesto a que no fui la única. Los volví a abrir, vi a la multitud, la gente cantar, los ojos sonreír, a una artista entregada y mucha vida por vivir.

Vanesa es de esas artistas que hay que ir a ver aunque sea una vez en la vida pero es este momento me atrevo a decir que es prácticamente obligatorio ir a verla.

Sacude el alma de la mejor manera, sobrepasada por los acontecimientos y acaricia la herida de manera sigilosa. Es la virtud de la cultura, que por muy dura que venga la vida, siempre alguien te cura, de la manera más pura.

Images: Warner Music, Nacho Nascab

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *