No es fácil sacar un disco en tiempos de pandemia, cuando la incertidumbre de la industria acecha y la pureza del artista llama a la prisa por calmar el corazón del que lo necesita.
No es imprescindible hacer un repaso al año para saber que está lleno de historias sin construir y pocos finales de cuento. Pablo Alborán acaba de sacar al mercado su nuevo disco, Vértigo, ese que todos sentimos y viene dispuesto a crear la historia de un año en barbecho. El trampolín del olvido, al menos por el tiempo que pasees por sus canciones, llenas de refugio ante la vida.
Un titular ha llamado mi atención hacia su raíz más sólida, “es la primera vez que hago un disco sin esperar nada a cambio”. Quizá es el primer síntoma del artista, el que suaviza con el arte por delante, el que ante el desconcierto prefiere conectar con lo intangible.
Hay muchas maneras de curar, otras muchas de salvar y en la Torre Picasso de Madrid, sorprendió al planeta con su eco en las alturas. No hay más que pasear por Nueva York, para ver que el malagueño, ya es el dueño de sus propios sueños.
En ese lugar de la capital de España llegó al corazón del mundo. Su equipo, las luces destellantes en medio de la oscuridad del cielo y un precipicio donde la ciudad quedaba a sus pies. La vida un poco más abajo discurría con avenidas casi desiertas a esa hora pero esa es la magia del que sabe tocar el corazón, que donde está se llena de bullicio, de esperanza aferrada a historias por vivir.
Mirar a Pablo a los ojos siempre dio un vértigo de sinceridad, con él la vida siempre es novedad. Tuvo el poder de conectarnos sin pretensión, pudimos ver lugares bonitos y pudimos imaginarlos con él. Un recorrido inédito en el que todos quisimos subirnos. Al fin y al cabo todos queremos estar al lado del que siente sin imposición.
Capaz de llevarnos por estados de ánimo, cotiza al alza en emociones, de las que no se compran ni se venden. Ahí está su lado inteligente, sus letras, nunca mienten. No sé si alguien cabal podría describir lo que pasó en Madrid y retumbó en el mundo, pero cada cierto tiempo compone canciones y suma un grado a su legado.
El vértigo de verdad produce un escalofrío, probablemente la vida nos sacudió pero tenemos la suerte de que gente como él nos acaricie la herida de manera sigilosa. Es la virtud de la cultura, que por muy dura que venga la vida, siempre alguien te cura, de la manera más pura.
Images: Warner Music, RR.SS Pablo Alborán