Cuando le pregunté a Laura Pausini por el último premio que ‘esperaba’ ganar y perdió, su respuesta me sorprendió. “Menos mal que no lo gané”, me respondió con toda la sinceridad del mundo y eso que era alzarse con la estatuilla más famosa de Hollywood. Al preguntarle el motivo me lo dejó claro; “mi hija tiene que saber que en la vida se pierde y se gana y que su madre también puede perder, no es bueno para ella que yo gane siempre”. Y su respuesta, que va anclada a su humanidad, personalmente, me ganó de por vida.
Durante el concierto que dio la italiana este fin de semana en el Wizink Center de Madrid para celebrar sus 30 años de carrera, se me pasó por la mente varias veces esa lección de vida. Porque si algo quedó claro en la noche de su reencuentro con el público eminentemente madrileño, es que Laura Pausini, es una artista con la que hemos crecido a través de su música pero también siendo conscientes del valor de los sentimientos a los que canta. El cambio climático, los derechos humanos, el maltrato a las mujeres… todos tuvieron un momento no solo de escucha sino de comprensión. Momentos mágicos en cadena que cantaba al unísono toda la marea. Lo más enternecedor de la noche perfectamente pudo ser la emotiva canción a su pequeña Paola. ‘Celeste’, como ella misma recordó, nació más que nunca en el final de un propósito. Mientras ella terminaba de componer esta canción como método de fortaleza en la búsqueda de su niña se enteró que su pequeño milagro venía en camino. La dedicó a todos esos padres que buscan con anhelo a sus bebés con la esperanza de que lleguen a un mundo en el que estoy segura, ella con sus maneras, hace mucho mejor.
Su música es historia de varias generaciones y no solo un orgullo para su padre, su mejor fan al que le salieron con los años muchas competencias por el camino. Acarrea un show estratosférico y lo comienza dando ‘un paso sobre la luna’, les aseguro que nunca volvimos a bajar a tierra. “No voy a hablar mucho porque el Wizink sino me echa y me lo quiero cantar todo”, fue su primera intervención para aclarar que llevaba una concatenación de canciones y le daba igual si le cerraban el chiringuito, ella siempre a la orilla del público pese al tsunami burocrático. Unas 30 canciones con las que fue repasando no solo sus mejores momentos en la industria sino la línea de vida de todos los presentes. Sentimientos en oleaje que volvieron en una sola noche para recordar que la música es un refugio seguro.
Su cuerpo de baile, su banda en la que se encuentra Paolo, su ya marido tras hincar rodilla tirando los clásicos por el suelo. La italiana le pidió matrimonio para así cumplir el sueño de Paola, que entendió con los tiempos la generosidad de sus progenitores. Todo el espectáculo es abrumador y su fuerza vocal, que es imparable, desboca intenciones.
El vestuario, no menos importante, es digno de resaltar, toda una lección de moda italiana desde Valentino, Pucci o Alessandro Vigilante. Varios fueron los cambios en una noche de enero con eco de cambio climático “tengo calor pero no me puedo quitar nada, soy de esas pocas artistas que aún se visten”, espetó con su naturalidad habitual desatando las risas de un público entregado.
Una ristra de recuerdos sucediéndose en una pantalla enorme, compañeros como Ricky Martín, Andrea Bocelli o Gloria Estefan mandando buenos deseos y una última canción, ‘Se fue’, qué paradoja. Cantando en italiano y acariciando la esencia, preguntando, “¿lo habéis pasado bien? y afirmando sencilla que en sus planes más inmediatos está el mejorar. Un festival visual sin techo y una artista inclasificable.
Todos esperamos que en Madrid la italiana no sintiese ‘La soledad’, porque esa noche, hasta Marco se arrepintió de marchar, aún me pregunto si alguien es capaz de salir alguna vez de allí, de una burbuja de pensamientos dispares y únicos pero con una misma emoción universal. Laura Pausini es la batuta de la música, el acorde preferente, la melodía suficiente. De San Remo a “Person of the Year” por la Academia Latina de Grabación y todo a golpe de esfuerzo, una vida dedicada a buscar la mejor canción, la que emociona a todo aquel, que tiene corazón.
Images: Living Backstage.