¡Buenos días! Esta semana hice un viaje relámpago a Sevilla. Tan rápido fue que al taxista no le dio tiempo ni de cambiar de turno. ¿Señorita, ya se va? Sí, ¡ya lo he visto todo! Aquel hombre estaba que no entendía nada. Tiene pinta de haber ido al SIQ. Probablemente mi rojo permanente de labios me delatará. Se intercambiaron los papeles. ¿Cómo lo sabe? Ayer desfiló Vicky Martín Berrocal y es la única manera de que usted lo haya visto todo. Se sinceró y me dijo que su hija estudiaba diseño de moda y estaba al tanto de todo. Pero me quedé impactada y tengo que reconocer que tuve que contener la emoción. Igual porque unas horas antes la arrojé de forma tan desmesurada que ya sólo me quedaba recordarlo en la mente, como aquellas cosas que sueñas con miedo a despertar.
En un lugar de cuento, en el Monasterio de San Jerónimo a las nueve y media de la noche, se celebró el desfile de novia y madrina de Vicky Martín Berrocal. Ni en los mejores rezos ni en las más profundas suplicas esos monjes imaginaron algo así. Os tengo que decir que cuando voy a los desfiles de Vicky Martín Berrocal se produce en mí como una especie de catarsis. En una vida llena de prisas y ruido, el aire se me hace más puro que en cualquier otro lugar. Es al único desfile que siempre voy con pañuelo en mano porque sé que no es una sucesión de trajes, es moda que te revuelve por dentro, desnuda lo más profundo de ti y tu alma viaja en vía libre. Si a todo eso le sumas una música perfectamente elegida te darás cuenta que la imaginación es más rápida que la vida. No os voy a hablar de lo perfecta que es en la ejecución porque me parece una cosa tan obvia que no tiene sentido.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado la vista para no perderte la pista
Con eso recorrí Sevilla y me tope con la artista
De desfile en desfile, sobrevivo.
La ruta del alma lo llaman los vivos
a algo que siempre brilla
y me hace aferrarme a la silla.
GRACIAS SIEMPRE