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Momento playa

Me resistía a hablar de este momento tan popular en la calle y tan manido en conversaciones de ascensor pero creo que tengo que hacerlo. De los creadores de ‘Y el verano pa’ cuando’ llego yo con ‘Y el otoño pa’cuando’.

Sí, lo sé, no es cuestión de hundirle la fiesta a nadie, ni siquiera a esos que ya se han hecho con una colección de hinchables acuáticos que los aprovecharan desde el primo hasta ese pariente lejano que no conoces de nada pero que le hará gracia que te tomes el verano tan en serio.

Porque el verano, es ir a full equip a todas partes. Que si el bañador a conjunto con el capazo, que si la toalla, que si necesitas una sombrilla, que eso con tal te dé la sombra… te da lo mismo todo o la nevera de Primark que compras para llevarte a la playa la bebida por tres euros y llega más caliente que la camisa de Camacho.

Ir a la playa es toda una logística digna de estudiar en las universidades. Para empezar tienes que cargar un coche que la mayoría nos pensamos que es un trastero anexo a tu casa y que tiene el fin que tus necesidades manden.

Pero no, tienen fin y no es otro que parecer que no vas a cruzar la península hacia la Ruta 66. Parecer que vas de vacaciones para relajarte y no estresada porque no llevas aquellos zapatos tan monos que te pones en cualquier noche de verano y que luego no tirarás porque como vas a tirar aquello que te recuerda al morenazo con el que bailaste hasta el amanecer.

Pero los sudores vienen no porque estemos a 40 grados sino porque bajar a la playa es toda una hazaña de supervivencia. Desde que sales del hotel, apartamento, casa de veraneo o donde demonios te alojes, es una odisea. Sales sudando y llegas que te falta hasta la respiración.

Que si el cesto, la hamaca, la sombrilla, los bártulos para los niños (quienes los tengan), la nevera si es que piensas echar el día sin capacidad de pasar ni por el chiringuito… hay gente que lleva hasta una carretilla y muchas veces pienso si merece la pena bajar a la playa así.

Yo con echar la toalla en la arena tengo suficiente. Esa es otra, echar la toalla en la arena, no que me la echen a mí. ¡Antonio! ¡La chiquilla que la entierras en arena! ¡Juanita! ¡Que vas a darle con la pelota a la chavalilla, echarse un poco a la orillita!

Yo es que tomando el sol no me concentro, por no decir de los que hay media playa vacía pero se quieren sentar a tu vera, para que les des más calorcito o algo porque sino no lo entiendo. Esos que te los quedas mirando con cara de ‘pero me estás vacilando que está la playa vacía’ o ‘estás invadiendo mi espacio personal’ para que te miren con cara de ‘la playa es de todos’.

Por no hablar de lo poco que duran las cremas cuando sales del agua y enseguida te avisan que estás como una gamba de Huelva. El momento glorioso es cuando recoges los bártulos y del calor que tienes se te caen hasta las gafas de sol por el sudor, en ese momento en el que estás escalando por la arena como si estuvieses subiendo al Everest  para tratar de llegar al coche y una vez te montas parece que vas a tener que llamar al 112 por asfixia.

Pero bueno… felices vacaciones, que es una frase que siempre relaja.

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Images: Living Backstage (Prohibida su reproducción)

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